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domingo, 19 de junio de 2016

Ipiales es un imán de compradores


Medio millar de locales comerciales se han instalado en esta ciudad colombiana entre 2014 y marzo de 2016 ante el auge de las compras de los ecuatorianos.


El llamado de un cambista: “Venga, venga le cambio a 2.800 pesos (colombianos) por dólar” capta la atención de una pareja que a las 08:00 del miércoles último se detiene en un auto, con placa de la provincia ecuatoriana de Pichincha, para cambiar moneda a un costado de la plazoleta central de Ipiales, la ciudad colombiana fronteriza con Ecuador. “Tinto, tinto”, “empanadas”, se escucha en esa misma cuadra copada de los cambistas que, sentados en bancos de madera ondean abanicos de pesos. “Hasta 2014 éramos unos 40 ahora somos más de 80”, dice uno de ellos que evita dar su nombre.

Minutos más tarde, del otro lado de la calle, Edison Cruz y Fabián Morales, un fabricante de jeans y un chofer –procedentes de Ecuador– salen de un local en el que cambiaron 2.850 pesos por dólar. Ambos llegaron a Ipiales con sus esposas e hijos, a las 05:00, tras conducir por seis horas desde Pelileo, en la provincia de Tungurahua, donde viven. Vienen atraídos por vecinos que dan cuenta de que en Colombia pueden adquirir productos a la tercera parte o a la mitad del costo que se vende en Ecuador.

Cruz fabrica jeans y dice que las ventas en el país se redujeron un 40% en el último año luego de que tuvo que aumentar el costo de los pantalones de $ 17 a $ 22. Afirma que el cobro de salvaguardias (sobretasas arancelarias para productos importados), una medida dispuesta en marzo de 2015 por el actual gobierno del presidente Rafael Correa bajo el argumento de proteger la producción nacional, alteró su costo de producción debido a que confecciona las prendas con tela, botones, hebillas, etiquetas, materias primas importadas. “Me decidí a venir luego de que nos suben los aranceles, las salvaguardias, y ahora que ya subió el IVA”, afirma.

Morales, por su parte, pidió vacaciones al igual que su esposa para cerciorarse de los precios bajos de los que le han hablado familiares y vecinos. El peso colombiano se ha devaluado un 60% desde finales de 2014 según el Banco Central de ese país, lo que ha provocado el encarecimiento del dólar.

Esto sumado a otras medidas como las salvaguardias ha dado pie a un boom de compradores ecuatorianos que se detienen frente a las estanterías de los locales comerciales de    Ipiales para verificar, con las calculadoras de sus teléfonos celulares en mano, el costo de los artículos. La diferencia cambiaria de casi tres mil pesos por dólar, tasa a la que se paga en las calles de esa ciudad, les permite tener un mayor poder adquisitivo.

Por ejemplo, un jean de la industria textil de Medellín se vende en 110 mil pesos (unos $ 36) en el local Zara de Carlos Coral, quien lo instaló hace 5 años en el centro de Ipiales. El mismo pantalón en Ecuador cuesta el doble, afirma Irma, una ejecutiva de ventas que desde hace un año va cada tres meses de compras a Ipiales procedente de Ibarra (Imbabura).

Algunos de los nuevos negocios instalados con el boom de los compradores ecuatorianos ofertan productos artesanales procedentes de otras regiones colombianas. Es el caso de Arley Espinosa, de 32 años, quien instaló hace doce meses un local de venta de ollas de aluminio. Su hermana le envía el producto desde la ciudad de Cúcuta, ubicada en la frontera con Venezuela a 40 horas en bus desde Ipiales.

Espinosa decidió dejar Cúcuta por la violencia que se vive en esa ciudad: “Hay grupos paramilitares que nos piden vacuna (una cuota mensual), hasta un millón y medio de pesos (unos $ 500)... Si no pagas te asesinan. Es una situación tan incómoda que se matan entre ellos y todos los días aparece un grupo diferente”, afirma.

Ante ello, Espinosa decidió migrar a Ipiales: “Acá está el futuro y mi negocio depende en un 70% de los ecuatorianos que compran molinos, sartenes...”.

El movimiento no solo se centra en las estrechas calles céntricas de Ipiales. En medio de una zona residencial en las inmediaciones de la ciudad, está el centro comercial Gran Plaza, inaugurado en noviembre de 2014, otro de los puntos donde llegan los ecuatorianos.

Uno de ellos fue José Santana, de 24 años, quien al mediodía del miércoles último llevaba una impresora Canon a color, de uso profesional, hasta su auto. Al cambio, le costó $ 180 incluidos los cartuchos. “En Quito me hubiera costado unos 500 dólares”, dice. Ya en la frontera, en el puente de Rumichaca, pagó $ 90 más por el cobro de impuestos, entre ellos, la salvaguardia (que se cobra desde septiembre último a productos extranjeros que ingresan al país por las fronteras terrestres). Pero aún así, el precio salió conveniente, asegura.

Santana es un distribuidor de licores en Quito que ahora centra su negocio en distribuir whisky o vodka fabricado en el país frente a la política de restringir importaciones: “Se ha reducido el margen de ganancia. Antes (a inicios de 2015) contaba con 25 personas (de personal), hoy tengo diez”.

Los que compraron víveres y productos de aseo pasaban la frontera tras una revisión visual de la policía aduanera que considera estos bienes como de uso personal por lo que están exentos del pago de tributos al comercio exterior. “El fin de semana el control es aleatorio ante la gran cantidad de autos que regresan al país”, manifiesta un padre de familia de Quito.

Los uniformados del Servicio Aduanero del Ecuador se han topado con casos de ecuatorianos que intentan ingresar televisores cubiertos con sábanas y escondidos detrás de asientos para evadir el pago de los aranceles e impuestos.

Norma, una ama de casa de Quito que salía con compras del centro comercial Gran Plaza, da cuenta de la diferencia de costos que propicia estos traslados a Colombia. “Un paquete con doce rollos de papel higiénico vale $ 13 en el país. En Ipiales cuesta $ 8 por uno que incluye 18 unidades”, indica. “Me ahorro un 30%”, afirma otro ecuatoriano que llevaba dos carros repletos de productos como detergentes, comida para perros, suavizantes, jabones.

El incremento de la actividad comercial en Ipiales está sujeto a la tasa de cambio del peso que también fue favorable para esa ciudad durante la década de los ochenta cuando se dio un primer boom de compradores ecuatorianos, dice Harold Delgado, presidente de la Cámara de Comercio de Ipiales (CCI). En ese entonces se inauguró, en 1984, el centro comercial Rumichaca. “El de hoy es el segundo boom de gran envergadura y llega en momentos en que la ciudad tiene una mejor oferta de servicios”, afirma Delgado.

Según cálculos de la CCI, un 60% de los consumidores de productos en Ipiales son ecuatorianos que gastan un promedio diario de 1.200 millones de pesos, unos 400 mil dólares.

La relación comercial con la vecina Tulcán, capital de la provincia de Carchi, ha dependido siempre de las circunstancias económicas de cada uno de los países. En 1999, por ejemplo, la devaluación del sucre abarató los costos nacionales para los colombianos que llegaban a comprar a las ciudades del norte del país.

El director de la Cámara de Comercio de Tulcán, Bayardo Martínez, ha pedido que se amplíe el listado de productos que los comerciantes de esa ciudad pueden comprar en Ipiales, desde octubre pasado, sin el pago de impuestos adicionales con el fin de equiparar costos.

Esta medida, dice Martínez, ha tenido un impacto limitado debido a la falta de financiamiento de los comerciantes ecuatorianos. “Esperamos que en la lista se incluya a productos como juguetes, prendas de vestir y calzado”, afirma. Más de 200 locales comerciales han dejado de operar en Tulcán en los últimos dos años, según una investigación de la Cámara de Comercio de esta ciudad debido a la diferencia de precios. (I)

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