Cuando parece que se ha llegado a un límite en la violencia contra la mujer, otro brutal crimen eleva la vara del horror.
Argentina, sacudida en los últimos años por una ola de feminicidios, amaneció el lunes con la noticia del aberrante caso de Irma Ferreyra Da Rocha, de 47 años, quien murió tras varias horas de agonía por un violento ataque sexual en el poblado de Garupá, provincia de Misiones.
La víctima, madre de siete hijos, acudió a una fiesta el vienes a la noche. Según una testigo, la mujer se retiró del lugar junto a un hombre en una camioneta y nunca más se supo de ella hasta que la policía la encontró moribunda la mañana siguiente bajo el túnel de una carretera.
Según el reporte médico, la mujer fue golpeada, violada, empalada y abandonada. Su ingres al hospital fue el sábado y después de tres intervenciones quirúrgicas, Da Rocha murió el domingo de un paro cardíaco.
Antes de morir, Da Rocha identificó a su agresor tras lo cual la policía detuvo a un sospechoso. Su sepelio se realizó el martes.
Al conocerse el caso, agrupaciones de derechos humanos, feministas, entre otras han elevado su rechazo a este nuevo crimen contra una mujer.
En la página web del Colectivo Ni Una Menos se detalla: Aquí se repite la escena de un cuerpo torturado y roto: hay crueldad. No alcanza con violar, no alcanza con matar. Disciplinar es ir más lejos, es aplicar sobre las víctimas el terror del victimario con una violencia que no está destinada solamente a matar, sino también a aterrorizar. (I)
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